Una ventaja clave del vidrio templado curvo es su combinación de resistencia estructural y versatilidad de diseño, que aborda tanto las necesidades de seguridad como los objetivos estéticos. Al igual que el vidrio templado plano, es de 4 a 5 veces más resistente que el vidrio curvo ordinario, lo que le permite soportar fuerzas de impacto elevadas (como cargas de viento, granizo o colisiones accidentales) sin romperse. Cuando se fractura (debido a una fuerza extrema), se rompe en fragmentos pequeños, redondeados, parecidos a guijarros, minimizando el riesgo de lesiones, a diferencia del vidrio curvo común que se rompe en fragmentos afilados y dentados. Su forma curva añade un valor de diseño único: se puede personalizar en formas de curvatura simple (cilíndrica) o de doble curvatura (esférica o compuesta), lo que permite a los arquitectos y diseñadores crear formas fluidas y orgánicas para edificios, vehículos o muebles que el vidrio plano no puede lograr. Además, el vidrio templado curvo ofrece una excelente estabilidad térmica, resistiendo cambios repentinos de temperatura de hasta 200 °C sin agrietarse, lo que lo hace adecuado para aplicaciones en exteriores expuestas a condiciones climáticas variables, como marquesinas de vidrio curvo o fachadas exteriores. También mantiene una buena claridad óptica, lo que garantiza que las superficies curvas no distorsionen significativamente la visibilidad (dependiendo del radio), lo cual es fundamental para aplicaciones como ventanas curvas de vehículos o paredes de vidrio arquitectónico donde la transparencia es importante.